Este 12 de diciembre se conmemora el sexto aniversario de la adopción del Acuerdo de París. Al mismo tiempo, hace exactamente un mes, concluía en Glasgow, Reino Unido, la vigesimosexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, más conocida como COP26. Desde entonces, se han escrito ríos de tinta analizando resultados difíciles de catalogar, ya sea como éxitos o fracasos rotundos.
Esta fue la COP en la que se concluyó el Libro de Reglas del Acuerdo de París, con decisiones clave en materia de transparencia y mercados de carbono, y en la que se adoptó una serie de acuerdos políticos internacionales que podrían acelerar de manera determinante la descarbonización global (acuerdos, por ejemplo, para detener la deforestación y reducir significativamente las emisiones de metano). Pero también fue una COP que decepcionó en cuanto a los compromisos en materia de financiamiento internacional, especialmente el que se requiere para encarar las pérdidas y daños irreversibles causados por el cambio climático, entre otros temas en los que no se alcanzó la ambición esperada. De manera particular, se ha destacado que las decisiones finales de la COP no se alinean con los planteamientos científicos más recientes, ya que no llamaron al desfasamiento inmediato de los combustibles fósiles y a la prohibición de nuevas inversiones en energías contaminantes (ambos necesarios para mantener viva la meta de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 ºC). En pocas palabras, quedó un balance mixto y mucho trabajo por delante.
A pesar de los retos y asignaturas pendientes, la COP26 marcó un hito para el sector salud. En el camino hacia Glasgow, la comunidad de la salud se movilizó como nunca antes para poner el tema en el centro de las negociaciones climáticas: más de 200 revistas médicas publicaron un editorial conjunto, llamando a la acción urgente para combatir el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, como condición necesaria para salvaguardar la salud humana; cientos de profesionales de la salud se sumaron a la campaña “Pedalea por sus vidas”, recorriendo miles de kilómetros en bicicleta para concientizar sobre el impacto de la contaminación del aire en la salud de niñas y niños; la Organización Mundial de la Salud (OMS) organizó una serie de consultas regionales sobre clima y salud, por medio de las cuales se recabaron múltiples contribuciones que informaron la elaboración de su informe especial para la COP26, “El argumento de salud para la acción climática”. Éstas y muchas acciones más sentaron las bases para una COP que, en muchos sentidos, estuvo centrada en la salud.
Esta vibrante y creciente comunidad de la salud por el clima tuvo una participación sin precedentes y se hizo notar. Por primera vez en una COP, la OMS tuvo un pabellón propio, en el que se llevaron a cabo más de 60 eventos paralelos explorando distintos aspectos de la vinculación entre clima y salud. En la Zona de Acción de la COP, se llevaron a cabo dos eventos de altísimo nivel sobre salud: el Laboratorio del futuro “Atención en salud climáticamente inteligente para un planeta más saludable”, y el evento de la Presidencia “Acción climática para la salud”. Por cuarta ocasión en el marco de una COP, la OMS organizó la Conferencia Global de Salud y Cambio Climático, con cientos de participantes presenciales y virtuales.
Marcha del Día Global de Acción
Pero la participación de la comunidad de la salud no se limitó a eventos formales: la marcha del Día Global de Acción tuvo un importante contingente de salud; la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina (IFMSA, por sus siglas en inglés) organizó una protesta dentro de las instalaciones de la COP para exigir un alto a los combustibles fósiles; y el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) de Inglaterra apostó la primera ambulancia cero emisiones del mundo en la entrada hacia los pabellones. Esas fueron sólo algunas de las intervenciones que se llevaron a cabo. Si bien en las salas de negociaciones la salud no destacó como tema prioritario, los pasillos de la COP transmitieron desde todos los frentes el mensaje clave de que la crisis climática es una crisis de salud pública y se hizo un llamado contundente a actuar ahora por el clima y la salud.
El esfuerzo de la comunidad de la salud por visibilizar el tema rindió frutos. El Programa de salud de la COP26, una iniciativa conjunta de la Presidencia de Reino Unido, la OMS y Salud sin Daño, reunió más de cincuenta compromisos nacionales (entre ellos, diez de América Latina y el Caribe) para desarrollar sistemas de salud resilientes, sostenibles y bajos en emisiones. Además, 54 instituciones de salud de 21 países, que colectivamente representan a más de 14000 hospitales y centros de salud, se unieron a la “Carrera hacia el cero”, una campaña de las Naciones Unidas que convoca a la coalición más grande del mundo de actores no estatales comprometidos con alcanzar cero emisiones netas para 2050. Por su parte, las y los profesionales de la salud alzaron su voz como nunca antes: más de 46 millones firmaron la Receta por un clima saludable, exigiendo a los liderazgos nacionales acción urgente en la COP26 para proteger a la salud.
Queda un largo camino por recorrer, especialmente para llevar a la salud desde los pasillos y pabellones hasta las salas de negociación. Pero lo logrado en Glasgow ya no tiene vuelta atrás: la voz de la comunidad de la salud solo se irá fortaleciendo. Hoy, en el aniversario de su adopción, hemos de recordar que el preámbulo del Acuerdo de París reconoce el derecho a la salud como elemento crucial de la acción climática. Es hora de pasar del reconocimiento de ese derecho a su pleno ejercicio; ahí está el núcleo de la agenda de trabajo hacia la próxima COP.