Desplastificación en el sector salud: una estrategia clave para la salud y el clima

Reducir gradualmente los plásticos en el sistema sanitario constituye una acción de alto impacto tanto ambiental como en términos de salud pública.

El sector salud es uno de los mayores consumidores de plásticos a nivel global. Se estima que consume alrededor de 15 millones de toneladas al año, destinadas tanto a insumos médicos (como guantes, jeringas y bandejas) como a productos no médicos descartables dentro de los servicios sanitarios. Esto equivale a siete bolsas de compras por cada persona atendida en hospitales.

La contaminación por plásticos representa una seria amenaza para la salud humana a lo largo de toda la vida. Un análisis publicado en The Lancet alerta sobre una crisis sanitaria por plásticos que genera hasta 1,5 billones de dólares anuales en daños. Los microplásticos y aditivos tóxicos se han detectado en sangre, placenta, pulmones e incluso el cerebro. Además, estudios recientes vinculan la inhalación de microplásticos con problemas respiratorios, digestivos y reproductivos.

Desde una perspectiva climática, la producción y el uso de plásticos —derivados en su mayoría de combustibles fósiles— generan emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de todo su ciclo de vida: desde la extracción y refinación del petróleo y gas, pasando por la manufactura y el transporte, hasta su disposición final. Además, cuando los plásticos se descomponen o son incinerados, liberan contaminantes que no sólo afectan la calidad del aire, sino que amplifican la crisis climática al contribuir al calentamiento global.

Reducir gradualmente los plásticos en el sistema sanitario constituye una acción de alto impacto tanto ambiental como en términos de salud pública. La iniciativa “Menos plástico, más salud”1 impulsa la reducción, sustitución y eliminación de plásticos de un solo uso sin comprometer la seguridad ni la calidad de la atención médica. Este enfoque no sólo contribuye a sistemas de salud más seguros y saludables para las comunidades, sino que también fortalece su resiliencia frente a las crisis ambientales, al tiempo que impulsa acciones concretas para disminuir las emisiones del sector y avanzar hacia un modelo más sostenible y respetuoso con el planeta.

La conexión entre desplastificación y cambio climático es directa. Reducir el uso de plásticos ayuda a disminuir las emisiones del sistema sanitario, ya que muchos insumos plásticos son fuentes intensivas de carbono. En este sentido, desplastificar se convierte en una estrategia que apoya simultáneamente la salud pública, la justicia climática y la equidad.

La desplastificación en salud implica actuar en tres etapas: diagnosticar el uso actual, implementar alternativas sostenibles (como textiles reutilizables, sistemas de esterilización sin plásticos) y consolidar políticas institucionales que promuevan esta transición. Estas acciones no sólo mejoran la salud ambiental, sino que fortalecen la capacidad de adaptación del sistema sanitario al desafío climático. Iniciar hoy la eliminación gradual de los plásticos del sector salud representa una estrategia de doble impacto: protege a las personas y al planeta y se transforma en una oportunidad para que América Latina lidere una salud resiliente y justa.

1- Iniciativa de Salud sin Daño dirigida a los miembros de la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables en América Latina y el Caribe para fomentar la reducción, sustitución y/o eliminación de productos plásticos, promoviendo prácticas más sostenibles sin comprometer la calidad, seguridad y eficacia en la atención médica.

Conozca la iniciativa "Menos plástico, más salud"

Nuestro trabajo en reducción y sustitución de plásticos