Cinco principios para descarbonizar los sistemas de salud
Transformar los sistemas de salud para que funcionen con bajas emisiones de carbono y adaptarlos para que resistan los impactos climáticos garantizará su resiliencia. Además, estas acciones contribuyen a mejorar la salud pública, reducen gastos y promueven el bienestar social.
Usualmente, el primer paso de los sistemas de salud en el camino hacia la descarbonización es identificar sus principales fuentes de emisiones para luego definir intervenciones que permitan reducirlas. A nivel país, el enfoque para determinar por primera vez las emisiones base debería utilizar datos nacionales y complementarse con datos de los establecimientos, cuando se cuente con ellos. A nivel de establecimiento, el desarrollo de esta capacidad es clave y debería alcanzarse a un ritmo viable. Si bien es probable que al principio las emisiones base de ambos niveles (país y establecimiento) tengan ciertas limitaciones en materia de datos, con el correr del tiempo es posible y deseable mejorar el proceso, así como las herramientas de recopilación de datos y el análisis correspondiente. En definitiva, el enfoque a utilizar dependerá de los objetivos del país, de su disponibilidad de datos, del acceso a ellos y de su capacidad interna.
Los datos son el elemento clave para comprender los límites de un estudio de emisiones base y qué relaciones se requerirán para acceder a la información, dado que las autoridades sanitarias no suelen contar con todos los datos necesarios para cuantificar las emisiones. Empiece por hacer un diagnóstico para acceder a los distintos tipos de datos disponibles: a quiénes pertenecen, quiénes tienen acceso a ellos y si hay restricciones en cuanto al intercambio de datos entre los diferentes organismos gubernamentales.
Para llevar a cabo esta tarea con éxito y que dicha estructura forme parte del marco de trabajo institucional, las autoridades sanitarias deben garantizar la disponibilidad de fondos, formar equipos e identificar las necesidades de capacitación de todas las partes involucradas a fin de poder realizar los análisis necesarios más allá de la línea de base. Para ello, es fundamental conformar equipos analíticos que puedan realizar esta labor de cara al futuro.
Si bien la tarea de fijar metas puede resultar un ejercicio aspiracional, es importante combinar las ambiciones con la realidad del contexto nacional: el marco regulatorio del país, los planes existentes en materia de clima y los compromisos asumidos. Las hojas de ruta nacionales facilitan a los países considerar distintos escenarios, y los planes de acción permiten establecer prioridades y definir actividades, presupuestos y plazos.