Salud sin Daño y sus asociados están promoviendo la elaboración de un convenio mundial sólido para abordar la crisis mundial de la contaminación por plástico y para que se incluya al sector de la salud en el Tratado Global sobre Plásticos, tal como se ha hecho con la construcción, la agricultura y la industria pesquera.

Resumen

El reciclaje “químico”, “avanzado” o “molecular” de los residuos plásticos sanitarios debería evitarse hasta tanto se comprendan plenamente estas tecnologías y se haya comprobado que son seguras, eficaces y sostenibles. Todo tipo de incineración y tecnologías de valorización energética a partir de residuos (waste-to-energy) deberían evitarse, a menos que la legislación exija su utilización.

Tecnologías para el procesamiento de residuos plásticos

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El momento es ahora: líneas de acción para un programa sostenible de reciclado de plásticos en el sector de la salud

La OCDE estima que, aunque las tasas de reciclaje se duplicaran, los plásticos reciclados apenas constituirían el 12% de los productos plásticos para 2060. Según Plastics Europe, menos de la mitad de los plásticos recolectados para reciclaje son de hecho utilizados en la fabricación de productos plásticos nuevos. Reducir el consumo e implementar sistemas de reutilización son las acciones más eficaces que las organizaciones y sistemas de salud de todo el mundo pueden adoptar. 

Salud sin Daño recomienda las siguientes acciones concretas para las instituciones y establecimientos de salud que están trabajando en el reciclaje de residuos plásticos.

  • Planificación estratégica: establecer metas para eliminar gradualmente los plásticos no esenciales.
  • Contratos de compras: durante un proceso de compra, no sólo debería evaluarse la eficacia y la seguridad, sino también la posibilidad de reciclaje, reutilización y reducción del empaque. Los contratos de compras deberían incluir cláusulas sobre la responsabilidad extendida del productor a fin de alentar a los proveedores a recuperar materiales o ayudar a crear programas de reciclaje para los materiales que fabrican. 
  • Línea de base y auditorías: estimar una línea de base precisa de las corrientes de residuos puede ayudar a reducir su generación e incrementar el reciclaje. Los informes deberían incluir datos sobre los plásticos reciclables y, de ser posible, debería solicitarse a los proveedores de servicios de gestión de residuos que informen el peso exacto de los residuos reciclados y de las otras corrientes de residuos, a fin de poder hacer un seguimiento de la cantidad y el porcentaje de los residuos reciclados.
  • Desarrollo de capacidades: educar al personal sobre la importancia de la reducción de residuos, el reciclaje y los procedimientos para una correcta separación y clasificación, incluyendo, como mínimo, cursos de actualización anuales. Considerar incentivos para fomentar el cumplimiento de los proyectos de reciclaje.
  • Contratistas y selección de procesos: trabajar con recicladores o compañías nacionales confiables de gestión de residuos que puedan asesorar a la institución respecto de qué productos son reciclables y que puedan demostrar que su procesamiento es seguro. No reciclar plásticos que contengan aditivos tóxicos,como el PVC. Priorizar el reciclaje mecánico y evitar procesos que incluyan pirólisis, incineración, combustible derivado de residuos y generación de energía.
  • Gestión de residuos y contratos de reciclaje: los contratos de servicios de reciclaje y gestión de residuos deberían incluir requisitos que exijan el reporte de datos precisos, políticas de aceptación de residuos y certificados de reciclaje o destrucción. Los proveedores de servicios de gestión de residuos delinearían el proceso de fin de vida útil para cada corriente de residuos y documentarían el proceso de reciclaje y los mercados en los que ingresaría el material reciclado. 

Rumbo a seguir

El ciclo de vida en su totalidad debería continuar con su proceso de desintoxicación mediante la eliminación de aquellos productos y procesos que usen o produzcan los grupos de sustancias más peligrosas. Los productos deberían diseñarse para poder ser reutilizados, a fin de reducir la huella de carbono, maximizar el valor obtenido de los recursos utilizados en la producción y minimizar la cantidad de residuos generados.