A temperatura ambiente, el mercurio elemental líquido se puede transformar en gas en cantidades significativas, exponiendo a trabajadores/as o pacientes de establecimientos de salud a niveles potencialmente altos del metal.
Si se descarta entre los residuos comunes, el mercurio tarde o temprano llega al ambiente donde los organismos que viven en ríos, lagos o en el suelo húmedo pueden transformarlo en el altamente tóxico mercurio orgánico. Este tipo de mercurio, que daña el sistema nervioso a niveles extraordinariamente bajos, persiste y se acumula en animales, peces y en el ambiente global.
Desde 2008, Salud sin Daño y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han trabajado en conjunto para lograr que el sector del cuidado de la salud sea libre de mercurio, apoyando el desarrollo de alternativas precisas, accesibles y seguras en todo el mundo. Este trabajo hizo un aporte fundamental en las negociaciones sobre mercurio del Convenio de Minamata porque demostró que es posible sustituir los dispositivos de medición con mercurio en el sector del cuidado de la salud.
A partir de la firma del Convenio de Minamata, los países comenzaron a desarrollar e implementar estrategias y programas nacionales para que sus sistemas de salud abandonen la importación, fabricación y exportación de estos dispositivos.
El acuerdo constituyó un paso muy importante luego de 15 años de campaña mundial por parte de Salud sin Daño, que comenzó con un hospital en Boston y se expandió a todos los continentes, donde miles de profesionales de salud se comprometieron para que sus prácticas no fueran fuentes de este poderoso neurotóxico al ambiente.
En el transcurso de esos 15 años de trabajo de Salud sin Daño, muchos países y regiones han adoptado iniciativas para eliminar el uso de dispositivos médicos con mercurio en el sector salud, como la Unión Europea, Estados Unidos, Argentina, Chile, Costa Rica, Nicaragua, Filipinas, Nepal, Sri Lanka y Mongolia. Muchos otros están en vías de hacerlo.
¿Cómo se puede pasar a la acción?
Reemplazo del mercurio
En América Latina, cada vez más hospitales y sistemas de salud adoptan los pasos necesarios para reemplazar el mercurio y reducir una amenaza global que afecta la salud de millones.