El problema

A pesar de su rol de promotores de la salud, los hospitales y otras instituciones de la salud utilizan un número sorprendente de productos químicos muy tóxicos en sus establecimientos, incluyendo plaguicidas, limpiadores, desinfectantes y fragancias químicas. Estos compuestos orgánicos volátiles (COVs) contribuyen a una mala calidad del aire interior, y están asociados a una gran cantidad de problemas de salud.

Image

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) estima que la contaminación del aire interior es uno de los cinco principales riesgos para la salud pública, causando potencialmente irritación de ojos, nariz, garganta; dolor de cabeza; pérdida de coordinación; náuseas; cáncer; y daño en el hígado, los riñones y en el sistema nervioso central.


Los y las pacientes son particularmente vulnerables a las amenazas de la calidad del aire interior, ya que muchos de ellos/as tienen comprometido su sistema respiratorio, neurológico o inmunológico y/o tienen una mayor sensibilidad a los químicos.

Se ha identificado también un preocupante aumento en el número de problemas respiratorios entre el personal de salud.

La buena noticia es que los establecimientos de la salud pueden tener un manejo adecuado de plagas, proveyendo un ambiente sanitario limpio, sin el uso de plaguicidas, productos de limpieza, desinfectantes o fragancias químicas tóxicas. Hay métodos más seguros y efectivos para el control de plagas y la desinfección que no dañan la salud del personal, los/as pacientes y el público. El uso de productos de limpieza más seguros y métodos de desinfección menos tóxicos, la adaptación de un programa integrado para el manejo de plagas y de una política libre de fragancias mejora la calidad del aire interior y favorece la salud.